Por el hecho de tener
inconsciente, somos diferentes de nosotros mismos; debido a que el inconsciente
es una estructura que cambia permanentemente.
Podemos afirmar que
somos diferentes de nosotros mismos porque la base del psiquismo, que produce
el sentido de lo que vemos y entendemos, la visión de la realidad, está ella
misma, como decimos, en permanente cambio.
Ahora bien, si nos
damos cuenta de eso, si se nos hace consciente, se nos cuestionan los
principios con los que nos hemos educado, con los que nos vemos a nosotros
mismos.
Así como el cambiante inconsciente
nos lleva a una permanente creatividad, virtud esencial; también nos hace
sentir que no podemos contar con que lo que entendemos y sentimos sea algo
establecido para siempre; nos vemos por ello sumidos en cierta incertidumbre.
La tendencia a rechazar
al diferente, común en nuestras conductas culturales, tiene esta base. Cuestionar
lo diferente de nosotros mismos, afirma una imagen única del ser humano, una
imagen inamovible y nos ayuda a no ponernos en cuestión.
Si aceptamos al
diferente, esa misma lógica nos acerca a mirarnos a nosotros mismos como a
desconocidos. Nos lleva a hacernos la pregunta: ¿podríamos ser otros, podríamos
ser de otra manera?
¿Quién se conoce mejor que
uno mismo? Esta idea del sentido común es una presunción del yo, que nos hace
sentir conocidos, seguros, de una pieza.
Vivimos en una cultura
de lo igual, que rechaza lo diferente. Hemos sido criados y educados en esta
noción.
Cuestionarla, en
nuestra sociedad, queda remitido al arte y a los artistas. Cuando Picasso le
responde al periodista que él no busca, sino que encuentra; es porque ha
hallado la llave de encontrarse a sí mismo como alguien desconocido a cada
paso, como alguien que se sorprende de sí mismo cada mañana. Alguien que se
encuentra cada vez diferente del que conoció hasta el día anterior. Por eso
encuentra, no sabría qué buscar.
Es la razón psicológica
del artista, debido a que la sorpresa ante sí mismo, le lleva a una lógica del
descubrimiento.
Se descubre a sí mismo
y al mismo tiempo redescubre la realidad. Debido a ello, su obra le enseña a
los demás a hacer lo mismo.
Esto es lo que necesita
la sociedad del arte. Las estructuras ideológicas sostienen el sentido común de
la realidad social. Pero la misma sociedad necesita válvulas de seguridad que
dejen entrar oxígeno, para no explotar como un globo. Para eso necesita a los
artistas. El arte hace posible construir un pensamiento crítico.
Por esto son reconocidos
como lo mejor de la sociedad. Pero al mismo tiempo son temidos y ciertamente
rechazados.
Es su condición de vida
en la sociedad, en la que necesita aprender sus propias estrategias de
supervivencia.
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