Supongamos
que la economía mundial esté en caída libre y que esto sea un plan de las
elites internacionales financieras, como sostienen algunos. Que fuese un
fenómeno provocado y no un mero ciclo económico propio de la mecánica de la
economía.
Si
aceptamos esta hipótesis, se plantea la pregunta del objetivo que pueda tener la
política de tierra arrasada. Suele buscarse la respuesta en el campo socio económico.
Nosotros
nos planteamos, con humildad, la posibilidad de que se trate también de un
deseo inconsciente.
Visto
así, el fenómeno resultaría provocado, pero inconsciente. Hipótesis que da qué
pensar.
Esto
nos permite plantearlo como una locura psíquica, que se ha aposentado sobre los
cerebros de la gente, sobre la civilización. Una suerte de fantasía
inconsciente que ha viralizado las conciencias.
La
teoría psicoanalítica nos autoriza a desarrollar esta hipótesis. De tal modo y
manera que, sin necesidad de negar los factores sociopolíticos, tratamos de
plantearnos los psíquicos.
Algunos
podrán ver en esto una fantasmagoría, un discurso religioso o de ideas
absolutas. No es este nuestro espíritu al plantearlo, más bien lo vemos por el
lado del pensamiento dialéctico, donde por tanto desearlo todo, la realidad que
se produce es la contraria, se produce nada. Deseo todo y, como todo no existe,
se produce nada. Cuando se idealiza la realidad, se produce un agujero en la
realidad. Esta nada, está representada,
por la tierra arrasada.
Es
la tierra arrasada la que nos mira. Es la mirada de un muerto y de esta no podemos
sacar la vida. No hay vida sin mirada, los ojos de los muertos no ven.
¿Por
qué el ser humano puede querer algo de este tipo? – Quizás, porque el primer pecado es la vanidad.
Nos
creemos totales, perfectos, claros, claves, fantásticos, únicos, inevitables y
cuando sentimos que todo nos cuestiona, fácilmente trataremos de acabar con
todo. Concentrarse y disparar a todo lo que hay afuera. Somos perfectamente
capaces de hacer eso, no olvidemos que somos humanos, por lo tanto capaces de
hacer cualquier cosa.
Una
fantasía de estar viviendo en un mundo sucio, podría estar en la base de esto.
“Vamos a limpiar. Demoler, para poder construir después algo que valga la
pena”.
Si
esta es la fantasía mental, la interpretación inconsciente es mostrarle al ser
humano su finitud, su propia falta de valor.
Nadie
tiene valor por sí mismo, nadie existe, sin la mirada del otro que nos hace
ser. Somos gracias a que alguien nos mira. Cuando nos enquistamos, quedamos mirándonos
a nosotros mismos y, en soledad, nuestra imagen se nos vuelve insoportable. Así apuntamos nuestras armas a los demás, para
matarlos, para que se rompa su mirada, que nos cuestiona. Pero es una maniobra
ingenua, porque no tiene en cuenta que, más feo o más bonito no tiene
importancia; lo que cuenta es que su mirada da vida.
Cuando
ya no haya nada que chupar fuera de los cercados de la élite socio económica ¿qué
se hará?
Esta
es una pregunta que algunos se empiezan a hacer, develando que es el carácter
de esa fantasía, el que está produciendo esta devastación.
Como
decíamos, la teoría psicoanalítica nos permite ver que la realidad es una
pantalla de proyección de imágenes e ideas, que se denomina fantasía inconsciente. La fantasía
inconsciente es una idea que domina a la conciencia y cifra la sensibilidad, nos
hace ver las cosas de una forma que coincide con la idea que está atravesando
nuestra cabeza sin que nos demos cuenta de ello. Recordemos el perdónalos padre que no saben lo que hacen,
de Jesús Cristo.
Hay
que bajarnos del burro, mirar a ras de tierra. Como dicen los habitantes
originarios, que han aguantado vivos sin suicidarse durante tantos miles de
años, la madre tierra es el valor fundamental.
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