Desde el punto de vista del psicoanálisis, esta curiosa lógica será su destino, una lógica anclada en la paradoja.
A partir de ese momento, su única posibilidad de ser es la creación de pensamiento. La eterna creación de algún sentido que tape esta nada se manifiesta en el goce del creador, que será a partir de allí el sentimiento que mueve al humanito en su aventura.
Por otra parte esta lógica le deja el sentimiento de que existe dentro de sí un misterio que nunca podrá develar. Se trata de una lógica del enigma.
Esto nos hace acordar de Freud cuando deja testimonio en sus escritos de que él mismo se resistía con todo su ser a los descubrimientos que su investigación le proponía. Este estado de cosas, efectivamente, no es de buen gusto para el sujeto de la noción de idea absoluta que nos procura nuestra educación, negadora por lo general de la muerte, la fragilidad, la duda y por tanto del pensamiento creador, que equivale a decir negadora del pensamiento, ya que pensamiento y creación es lo mismo.
Esta creación del sentido sume al humanito en una dinámica irremisible: lo llena de un sentido que es sostenido por la angustia de su fragilidad, una angustia que nunca puede explicar, porque es angustia de nada, de la nada que le dio el ser, por efecto de la represión primaria.
Esta lógica paradojal se soporta y se objetiva en los mecanismos del lenguaje.
Como dice Lacan en su explicación de “El estadio del espejo”: “Ese mono enfermo, ese niño que no puede cerrar el circuito de la necesidad, sujeto a la discordancia entre la visión de la imagen entera de su cuerpo y la sensación de imposibilidad de sostenerlo, ese, va a hablar”. Habla como creación y escape de la impotencia, sumido, como está, “en la impotencia motriz y la dependencia de la lactancia”.

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