Se trata de un envanecimiento del Yo.
La cocaína es lo que se llama una sustancia estimulante pura. Vale decir que no tiene efectos de dispersión del yo, como lo tendría el cannabis por ejemplo, sino de afirmación del mismo. Produciendo aumento de la atención, la concentración, e impulso a la acción.
Por lo tanto es una droga que produce afirmación del Yo.
En este sentido, ayuda a sintonizar con los requerimientos del medio, cuando van en dirección a la competitividad, al rendimiento del trabajo en la dimensión tiempo/producción o tiempo/rendimiento.
Este efecto en una única dirección, la de la estimulación del Yo, hace que la persona tenga un tipo de desequilibrio, o al menos pueda caer en él, que es la falta de perspectiva, la sobrevaloración respecto de su propia capacidad.
Por su acción, cubre con un velo los problemas que esta hinchazón del yo tiende a producir.
¿Cuáles son estos problemas?
- Una ceguera para la autocrítica, para la mirada en perspectiva del propio estado y de las propias acciones.
En las situaciones humanas y sociales, es esencial ver lo que me corresponde a mí y lo que corresponde a los demás, lo que es mi rol en una situación y lo que es el contexto de mi rol con el ambiente, con la realidad exterior, las características de las situaciones que enfrentamos y con las que solemos inter actuar, los lugares o roles de los otros, la situación dentro de un equipo por ejemplo, sea de tipo afectivo, laboral, etc.
A estos inflamientos del Yo, los llamamos los yocitos terribles de la cocaína, porque al verlos en diminutivo los ponemos en su verdadera dimensión de error, en tanto lo que no ve la persona cocainómana es que su yo no es como ella lo siente, como algo poderoso y sin error, capaz de poder con lo que le echen. Sino que es una persona que ha perdido la perspectiva y va cursando un camino minado por el baldón más peligroso, que es la propia soberbia, el sentimiento de omnipotencia.
Porque el ser humano tiende al acierto y también al error. Esto es inevitable, e ignorarlo equivale a cavarse la propia fosa.
Por ello, entre la crítica y la compasión, incluso el cariño por el humano error, los llamamos así. Como diciéndole al cocainómano, no eres tan grande como crees.
Lo de terrible es porque sentimos que lo es. Una persona envanecida de su capacidad, que está dirigiéndose casi con seguridad hacia el abismo esta en una situación patética.
¿En todos los casos se produce esta distorsión entre lo que la persona siente que es y lo que realmente es?
No.
En el consumo de drogas hablamos de tres grados de compromiso, el uso, el abuso y la adicción. Dentro de esta última se pueden también diferenciar dos estadios de evolución hacia la gravedad.
El primer nivel de compromiso es el uso de droga, en este caso uso de cocaína; es un nivel en que no hay compromiso de la personalidad ni afectación de la conducta. Actúa como un estimulante, como puede ser el alcohol en algunas personas, y está ligado por lo general a situaciones recreativas.
El problema comienza con el abuso. Por un lado tiene riesgo de ir hacia la adicción, en que ya se instala como el centro de la vida del sujeto.
¿Cómo se ve que la persona ya padece esta distorsión?
Es una pregunta interesante. No es fácil de explicar y ni siquiera de saber. Pero tiene que ver con la etapa en que se produce en el sujeto una doble situación; por un lado va aumentando la dosis de droga y siente que su capacidad también aumenta de un modo mayúsculo, y al mismo tiempo el observador puede notar el deterioro orgánico del sujeto.
Este deterioro es parecido a lo que uno ve a alguien con quien no se había encontrado desde hacía tiempo, digamos por ejemplo un par de años, y nota las señales del envejecimiento. La persona sufre en efecto, a pasos agigantados, un aumento del cansancio que se deja ver por los signos propios el agotamiento progresivo.
El sujeto no se da cuenta en absoluto lo que ve con claridad el observador. Esta diferencia de percepción – desde dentro y desde fuera, digámoslo así – coincide, es la medida, de la distorsión en la propia capacidad de percepción del sujeto.
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