“Estaba enamorado de ella – dijo Ane casi con
dulzura -. Me refiero a Malloy. No le importó que llevara seis años sin
escribirle ni que no hubiera ido a verlo mientras estuvo en la cárcel. Tampoco
le importó que lo hubiera denunciado para cobrar la recompensa. Se compró ropa
de buena calidad y lo primero que hizo al salir de la cárcel fue ponerse a
buscarla. De manera que ella le metió cinco balas en el cuerpo a manera de
saludo. Él, por su parte, había matado a dos personas, pero estaba enamorado de
ella. ¡Qué mundo!“
Una explicación desde el psicoanálisis es que
la unión del sujeto con el objeto es sustancial. Podemos vivir toda la vida con
los primeros objetos, padre, madre, etc. y no será una vida muy social pero si
una vida humana. No me casaría con una adolescente, pero quien cometa ese error
tendrá una vida. La acumulación de historia te da la riqueza de ser un ser en
el mundo, pero eso no cambia tu naturaleza de ser dependiente de los objetos.
Hasta el anacoreta que va a una cueva para no ver los objetos, no puede escapar
de ellos y su meditación será la risa o la frustración de descubrirse
dependiente de ellos. Podré reducir los objetos del mundo al humo del atardecer
pero no podré sobrevivir sin el humo del atardecer. El amor es el pegamento más fuerte al objeto,
el que enaltece esta relación de dependencia magnífica.
Claro que el trabajo psicoanalítico te puede
despegar de los objetos obsesivos, pero no te puede curar de esa necesidad
esencial.
Quiero un carro rojo, riquezas, un amante
latino, lo que sea, pero quiero. Ya que queremos, amemos. Dependencia es sólo
un concepto teórico con mala prensa, pero lo inteligente es de qué depender.
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