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viernes, 20 de julio de 2012

¿POR QUÉ LO ÚNICO BUENO QUE HACEN LOS PRODUCTORES DE SERIES SON PELÍCULAS DE ASESINOS?



Una respuesta: Es lo que más vende. Seguramente es cierto pero ¿Qué está en el fondo?

Desde el punto de vista psicoanalítico resulta interesante que en todas las películas de asesinos haya imbricada una historia de amor.

Redirigiéndola en este sentido nos preguntamos ¿qué tiene que ver el amor con la  muerte?
Aquí nos sentimos cerca del famoso “significante”, por el que la naturaleza del ser humano consiste en que todo sentido producido en la conciencia está al mismo tiempo siendo sustituido por uno nuevo.
Cerca del refrán popular que “todo lo que sube baja” pero más radical, para dar lugar al sujeto del inconsciente considerado como un mecanismo de reflejos.

Si un significante es lo que representa al sujeto para otro significante:
—¿Qué es el sujeto?
— El reflejo entre la sucesión de los símbolos, aquello que busca su ser entre el sentido que era y el nuevo que adviene. (“Donde eso era Yo he de advenir”. Freud). Donde lo que nos representaba deja de determinarnos, nos determina lo que ahora nos representa.

En esta cadena de reflejos el sujeto encuentra su naturaleza. La de existir como una relación entre los símbolos.
Las teorías terapéuticas basadas en la idea del ser humano como búsqueda de sentido – como lo propone Frankl y la logoterapia entre otros – no es que sean erróneas sino que desde el punto de vista de la teoría del significante pueden verse como una lectura parcial de la forma en que se produce el sujeto, al tomar solamente la vertiente de su producción - en la emergencia del significante - y dejando de lado su caída. En esta toma parcial del sujeto el sentido que se propone es fijo: Vida sin muerte, subida sin caída, eros sin tánatos. En la propuesta del psicoanálisis la subida y bajada es simultánea, dialéctica.

En este punto vale aclarar que la pulsión de muerte es puntuación en la pulsión de vida, tánatos puntúa eros y de esta forma le permite seguir viviendo.

Entonces:
- ¿Qué pasa con la pregunta por la muerte al lado del amor?
- Estamos en tiempos oscuros, insertados en una ideología de extremos. Nada nos estimula como sujetos si no es poniendo en relación símbolos de contrastes extremos, estamos ciegos ante los matices. Solamente en ese contraste gozamos de sentirnos vivos.
Un tiempo menos oscuro sería aquel en que ocurriera el amor y la creación espontáneos, en que todo lo que produjese al sujeto  fuera marcado por un ritmo de calma.
En nuestra cultura de contrastes  esto nos suena soso y aburrido, nos parece la muerte del sujeto, la desvalorización de la vida.  Este sentimiento corresponde a la encarnadura de los extremos que incluye como el mayor de los estímulos la violencia.

¿”Los hombres duros no bailan”. Los duros de los contrastes, porque los duros del goce del significante bailan con sutileza.

No es el sentido lo que hemos de buscar para ser el sujeto que somos. Como lo enunciaba Spinoza en el deber ser de su filosofía: “Deberás ser lo que eres”.
Llama amor intelectualis a la pasión por el enigma que somos, pasión a la que considera el sentido de la vida.

Buscar el sentido nos hace asumir la vida, pero es algo a lo que la misma vida nos aboca. Una propuesta terapéutica basada en eso sin tener en cuenta la naturaleza evanescente del sujeto implica cierta ingenuidad y tiende a rellenar la caída de lo que se levanta, con un sentimiento místico destinado a evitarla.

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