Los hombres en
general han sido siempre unas bestias. Como excepción, de vez en cuando se han
elevado a los cielos convirtiéndose en almas delicadas, superando instintos
infantiles y matizando sus apetitos con criterios generados en la experiencia.
Han crecido convirtiéndose en hombres de conocimiento.
En el trabajo
por crecer suelen tomarse como opuestos los criterios de experiencia con los
impulsos primarios, polarizándolos muchas veces, produciéndose todo tipo de
confusiones, entre las más comunes la racionalización y el sensualismo.
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