Zizek, en su crítica ética a la era del capitalismo avanzado, dice que estamos en un tiempo en que la norma se superpone con su transgresión. Vale decir que para ser bueno hay que ser malo, para ser honesto hay que ser deshonesto, etc.
Así nos dice que para soportar la excitación y la locura de la vida actual que nos hace correr de un lado y para otro, quitándonos toda esperanza de futuro, dejando de lado lo esencial cambiándolo por un consumismo sub normal, se ha desarrollado una ideología de negación de la realidad, en forma de una idea fetiche, en forma de creencia que lo que vivimos en realidad no lo vivimos, no es más que un juego. Jugamos al consumismo vacío que deja de lado lo esencial, es sólo un juego, no es realidad.
Esta negación permite un mecanismo de alejamiento emocional respecto a nuestra forma de vida, así nos decimos que lo que vivimos es por hacerle el juego al sistema y nos lo tomamos como un juego, sin darnos cuenta que es la realidad que vivimos.
Desde el punto de vista de la teoría del significante puede entenderse que hacer esto en una capacidad propia del humanito, ya que la conciencia está en función del elemento o fantasía inconsciente que nos rige en un momento determinado.
Pero en este punto es donde deben reivindicarse los principios del buen sentido de vivir.
Que nuestro sometimiento a cualquier fantasía inconsciente sea posible por el símbolo que nos habita, no significa que sea obligatorio.
Que todo es posible, por decirlo más claro, no significa que será obligatorio.
Esto es lo que a mi entender, están reivindicando los movimientos de jóvenes que en estos días han surgido a partir de la Puerta del Sol, por cierto este nombre de la plaza central de España, es un bello símbolo. Tanto “puerta” como “sol” son sugerentes de una nueva lectura de lo que está pasando en la sociedad.


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