
En el artículo de Muñoz Molina del Babelia de 20.11.2010 sobre el escritor Saul Bellow, nos dice:
“En la última carta que escribió en su vida, un año antes de morir, se acordaba de unas sandalias que su madre le había comprado cuando tenía seis o siete años, y que le gustaban tanto que las untaba con mantequilla para mantener fresco y flexible el cuero del que estaban hechas. Que asombroso cómo todo se resume en un par de sandalias de cuero, dice Bellow en la última línea, antes de la despedida.”
Lo que nos muestra Muñoz es para nosotros el asombro de Bellow, que tanto había trajinado en su vida, ante la impávida sencillez del significante.
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