
La precariedad de nuestro Yo para defender sus ideas y sentires, llevados y traídos por el río del inconsciente, hace que la tentación de las ideas absolutas tenga gran fuerza. Nos seducen con el brillo de su poder: dejarnos descansar de la incertidumbre.
El amor intelectualis de Spinoza es la propuesta contraria, la de amar la creación continua del pensamiento. Es también la propuesta del arte.
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