El humanito – en todas sus formas posibles - quiere mirar debajo del otro lado del dibujo que cubre el cielo y al descorrer una punta de este tapiz, atisba que del otro lado no hay cielo, y el susto que recibe no tiene nombre, no se ha hecho la palabra que pueda nombrar esta visión de espanto y la represión secundaria viene a rellenar la visión prohibida. Aunque al mismo tiempo queda sembrada la semilla de la tentación.
En todos los casos, cada uno a su manera, la maravilla y la sospecha de un misterio ocupan la vida del sujeto.
Creadores, hablad. Una palabra más, una vez más. Ese es el camino del humanito.
Llegados a este punto se me aparece el famoso graffiti londinense: “paren el mundo, me quiero bajar”. O las ya citadas últimas palabras de Goethe: “Luz, más luz”.
La posición femenina, a partir de las ecuaciones del “complejo de castración” de Freud, tiene que ver con aquello que, por la diferencia genital, simboliza la falta y presta cuerpo al enigma.
Encarna el deseo de revelamiento que mueve al sujeto. Hace que el imaginario de la feminidad ocupe la función de la infinitud. Lo infinitamente escondido y lo infinitamente deseable, es la naturaleza de la femineidad.
En todos los casos, cada uno a su manera, la maravilla y la sospecha de un misterio ocupan la vida del sujeto.
Creadores, hablad. Una palabra más, una vez más. Ese es el camino del humanito.
Llegados a este punto se me aparece el famoso graffiti londinense: “paren el mundo, me quiero bajar”. O las ya citadas últimas palabras de Goethe: “Luz, más luz”.
La posición femenina, a partir de las ecuaciones del “complejo de castración” de Freud, tiene que ver con aquello que, por la diferencia genital, simboliza la falta y presta cuerpo al enigma.
Encarna el deseo de revelamiento que mueve al sujeto. Hace que el imaginario de la feminidad ocupe la función de la infinitud. Lo infinitamente escondido y lo infinitamente deseable, es la naturaleza de la femineidad.
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