En este punto, la genialidad de un Freud vino a situar el instrumento técnico del psicoanálisis denominado “interpretación inconsciente”: una palabra que trabaja la represión primaria, no en el sentido de quitarla, porque eso llevaría a la dispersión y la locura, sino para aceptar la incertidumbre que plantea para el sujeto el enigma, de cuya negación nacen las neurosis.
La teología lo trabaja a su modo. Un amigo teólogo cristiano, al que dije que mi único problema con su pensamiento era con sus ideas absolutas, me respondió que la única idea absoluta en su pensamiento era Dios.
La concepción psicoanalítica se basa en que no es posible la idea absoluta, y que en eso consiste la naturaleza psíquica del humanito.
La naturaleza de la Interpretación Inconsciente freudiana, no consiste en un resumen de conocimientos, ni en una nueva comprensión - error en el que han caído algunas corrientes del psicoanálisis, dejando de lado lo más jugoso de su aportación.
Conviene entender que, aunque no fija su sentido, debido a este mecanismo de creación eterna, este sujeto también es una entidad estable, a pesar de tener su casa en un borde situado entre la emergencia de la palabra y la angustia de su disgregación.
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