¿Fue por su estadía en la cárcel, que se contagió la tuberculosis? O fue porque cualquiera puede contagiársela. ¿O fue por el estrés del reencuentro con la realidad?
¿O fue por ser un ser humano?
Creo que lo que mejor conjunta todo lo anterior, sumado a su gran inteligencia racional, y a sus ingenuidades y excesos de bondad, de hacer el bien sin mirar a quien, la tuberculosis de Carlos se debe a que es un ser humano; un humanito, como nos parece mejor decir.
Me acuerdo de cuando fui a presentar por primera vez unos trabajos a un congreso internacional. Se me infectó un ojo dos semanas antes del viaje y no cedió hasta el día mismo en que presenté el primer trabajo.
Esa misma tarde, a dos horas de haberlo presentado, como por arte de magia, el ojo apareció limpio.
Lo que resistió a los antibióticos, y necesitó ser tapado con una gasa sujetada con esparadrapo, se mostró limpio como una patena.
Esto, me dije, es la cuestión de bajas defensas.
Así que el caso de nuestro amigo tuberculoso, está claro para mí. Buen tipo, ex presidiario, en paro, en cambio de vida; consecuencia, estrés, bajada de defensas, tuberculosis.
¿Así que somos tan frágiles? ¿Pueden bajarnos las defensas y pillarnos una enfermedad?
Una cuestión tan inquietante como obvia.
Psicología de la vida cotidiana.
El enfoque adecuado cura la enfermedad.

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