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domingo, 19 de enero de 2020

TIERRA ARRASADA



Supongamos que la economía mundial esté en caída libre y que esto sea un plan de las elites internacionales financieras, como sostienen algunos. Que fuese un fenómeno provocado y no un mero ciclo económico propio de la mecánica de la economía.

Si aceptamos esta hipótesis, se plantea la pregunta del objetivo que pueda tener la política de tierra arrasada. Suele buscarse la respuesta en el campo socio económico.

Nosotros nos planteamos, con humildad, la posibilidad de que se trate también de un deseo inconsciente.

Visto así, el fenómeno resultaría provocado, pero inconsciente. Hipótesis que da qué pensar.

Esto nos permite plantearlo como una locura psíquica, que se ha aposentado sobre los cerebros de la gente, sobre la civilización. Una suerte de fantasía inconsciente que ha viralizado las conciencias.

La teoría psicoanalítica nos autoriza a desarrollar esta hipótesis. De tal modo y manera que, sin necesidad de negar los factores sociopolíticos, tratamos de plantearnos los psíquicos.

Algunos podrán ver en esto una fantasmagoría, un discurso religioso o de ideas absolutas. No es este nuestro espíritu al plantearlo, más bien lo vemos por el lado del pensamiento dialéctico, donde por tanto desearlo todo, la realidad que se produce es la contraria, se produce nada. Deseo todo y, como todo no existe, se produce nada. Cuando se idealiza la realidad, se produce un agujero en la realidad.  Esta nada, está representada, por la tierra arrasada.

Es la tierra arrasada la que nos mira. Es la mirada de un muerto y de esta no podemos sacar la vida. No hay vida sin mirada, los ojos de los muertos no ven.

¿Por qué el ser humano puede querer algo de este tipo? – Quizás, porque el primer pecado es la vanidad.
Nos creemos totales, perfectos, claros, claves, fantásticos, únicos, inevitables y cuando sentimos que todo nos cuestiona, fácilmente trataremos de acabar con todo. Concentrarse y disparar a todo lo que hay afuera. Somos perfectamente capaces de hacer eso, no olvidemos que somos humanos, por lo tanto capaces de hacer cualquier cosa.

Una fantasía de estar viviendo en un mundo sucio, podría estar en la base de esto. “Vamos a limpiar. Demoler, para poder construir después algo que valga la pena”.

Si esta es la fantasía mental, la interpretación inconsciente es mostrarle al ser humano su finitud, su propia falta de valor.

Nadie tiene valor por sí mismo, nadie existe, sin la mirada del otro que nos hace ser. Somos gracias a que alguien nos mira. Cuando nos enquistamos, quedamos mirándonos a nosotros mismos y, en soledad, nuestra imagen se nos vuelve insoportable.  Así apuntamos nuestras armas a los demás, para matarlos, para que se rompa su mirada, que nos cuestiona. Pero es una maniobra ingenua, porque no tiene en cuenta que, más feo o más bonito no tiene importancia; lo que cuenta es que su mirada da vida.

Cuando ya no haya nada que chupar fuera de los cercados de la élite socio económica ¿qué se hará?
Esta es una pregunta que algunos se empiezan a hacer, develando que es el carácter de esa fantasía, el que está produciendo esta devastación.

Como decíamos, la teoría psicoanalítica nos permite ver que la realidad es una pantalla de proyección de imágenes e ideas, que se denomina fantasía inconsciente. La fantasía inconsciente es una idea que domina a la conciencia y cifra la sensibilidad, nos hace ver las cosas de una forma que coincide con la idea que está atravesando nuestra cabeza sin que nos demos cuenta de ello. Recordemos el perdónalos padre que no saben lo que hacen, de Jesús Cristo.

Hay que bajarnos del burro, mirar a ras de tierra. Como dicen los habitantes originarios, que han aguantado vivos sin suicidarse durante tantos miles de años, la madre tierra es el valor fundamental.

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