TRIPLE SECUESTRO DE DIEZ AÑOS DE DURACIÓN.
La noticia del
hecho aterrador está en todos los titulares por lo cual no pretendo abundar en ello.
Me pregunto,
desde la ingenuidad, qué habría en la cabeza de los secuestradores para hacer semejante cosa. Secuestro de
mujeres jóvenes para su violación sistemática.
La respuesta
automática puede ser: frustrados sexuales. Es real. Pero no puedo evitar
preguntarme en qué consiste ese estado.
Siguiendo la
misma respuesta pienso en la perversión de la mente. ¿Qué es la perversión?
Un estado
mecánico de la mente que encuentra su placer, su interés en llevar a cabo
aquello que va en contra de todo lo concedido por los valores en boga en una
sociedad y una cultura.
Una suerte de
desafío a que la realidad imponga su ley, su manera de ser, su forma de
entender. Rechazo la imposición y hago todo al revés.
Aún algo más
¿Cómo es posible que una mentalidad haga esto? Por el hecho de que el
pensamiento está determinado por unos elementos que son como datos de ordenador,
vacíos de sentido, que se llaman símbolos, y que según como se unan entre sí, producen
distintas tendencias y sentidos. Hay una cuestión mecánica en esta combinación.
Las
combinaciones contrarias al sentido vigente son siempre condicionadas por la
historia de vida de los sujetos; algunas veces – las más – porque hubo
cuestiones aberrantes en lo vivido y otras por la forma en que se ha sentido
una historia personal que en sí misma no tiene nada de particular.
Como dijo Joan
Manuel Serrat, “he aprendido que en la vida no es tan importante lo que nos
pasa como la forma en que nos lo tomamos”.
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