Considerando el pensamiento moderno como polisémico
y su consecuencia ideológica, anti dogmática; en el seno de la pugna entre
clásicos y modernos se discute si las formas de pensar de siempre son las que
hay que defender a toda costa o por el contrario hay que revisarlas a la luz de
que toda idea es un producto del pensamiento y puede ser reconstruida; nos
podemos plantear la pregunta del título: ¿Para qué sirve el pensamiento
moderno?
Desde el punto de vista de pensar las
cuestiones del mundo, el pensamiento clásico defiende lo único y eterno y el
moderno la crítica de lo establecido. Pero nosotros estamos pensando en el lado
psicoanalítico de la cuestión.
En esta dimensión, todo el sistema psíquico
inconsciente es moderno, ya que se reforma permanentemente a sí mismo. Nadie
tiene capacidad de ser igual al día siguiente a como lo fue el día anterior,
salvo a costo de frenar o reprimir su natural tendencia.
Es en este aspecto que el pensamiento polisémico – que puede hallar potenciales sentidos diferentes en cada idea –
coincide con los mecanismos naturales del psiquismo humano.
Aceptando esta propuesta, volvemos a
preguntar:
- Esto ¿tiene utilidad?
– Tiene la capacidad de coincidir con los
mecanismos del pensamiento. El lector podrá juzgar su posible utilidad o
perjuicio.
Una posición intermedia es la de una frase
del pensamiento de las antiguas tradiciones sufíes, que dice: Cuando un pescado
no tiene olor a podrido, no hay que echarlo al mar.
Esto implicaría que cuando huele mal hay que
descartarlo, sin que todo lo establecido anteriormente sea malo.
2 comentarios:
Ya sé, amigo Luis, para qué vale también un blog: para escuchar (leer) y aprender de lo que otros (blog enlazados) tienen a bien comunicarnos. Me he perdido muchas de tus entradas por no visitar mi propio blog. Esta cerrado. Y el nuevo no ha terminado de levantar la persiana y colgar el cartelito de "Abierto". Será por esto que digo por lo que no he entendido del todo lo que dices en tu entrada. Abolutamente de acuerdo en que no somos los mismos hoy que ayer. Si aplicáramos un microspcopio del tiempo, quizá veríamos que ni siquiera somos iguales segundo a segundo. ¿Y eso se debe al subconsciente? En fin, aunque sigo admirando a nuestro querido Zizek, hace tiempo que deserté de su lectura. Ahora me muevo por los terrenos de la Nada. Así que ve preparándome un huequito en una de esas residencias que tenéis los loqueros (pero con muchos fármacos, eh?)
Espero ponerme al día con tus interesantes entradas, que siempre leo con mucho gusto. Un abrazo.
Querido Mobesse.
Ja ja!! Siempre un placer tener este contacto contigo. Sí, como lo veo, la naturaleza psíquica cambiante se debe al modo de funcionamiento del inconsciente.
Esto se visualiza bien en la cadena significante de Lacan, que es como una red o un anillo en que falta un eslabón y por el que se van yendo y metiendo eslabones nuevos. Ala! es que estos nuevos que salen y que entran modifican la combinación de los que están en la red, y como el sentido producido en la consciencia corresponde a las formas de esta combinación, el sentido es cambiante.
La nada... como decía el presocrático: nada sí, pero no nada.
A mi entender no es exactamente nada, sino apariencia, que en el sentido que trabaja Hegel (Zizek lo enseña así), es la materia de lo somos. Siguiendo a Lacan: el sujeto tiene una materialidad de ilusión, pero esta materia no es ilusoria, ya que la verdad subjetiva responde a ella. Y no tenemos posibilidad de salir de esta subjetividad, creo yo.
Un fuerte abrazo y gracias por tus letras.
Luis
(mi experiencia con Zizek es que suelo retomar su lectura después de un tiempo, releyendo sus cosas, y así las voy pillando)
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