FOUCAULT
COMENTA LA ÉTICA DE LOS GRIEGOS CLÁSICOS.
Fuente:
Le Nouvel Observateur, junio de 1984.
El desayuno de Kichka, 1960, del artista Daniel Spoerri. Inspirado en el movimiento Dada,
el artista inmortalizó un desayuno que su amante
había preparado, y desafiando la ley de
gravedad lo convirtió en obra
colgándolo de una pared.
“Epíteto afirmaba que uno
debería poder mirar a una joven hermosa o a un muchacho bello sin sentir deseo
por ella o por él. Para conseguir esto era preciso convertirse en maestro de
uno mismo.”
Me acuerdo de una vez en que
estaba paseando por la carrera 6ª. de Cali en los años 80; les dije a dos
jóvenes estudiantes varones señalando a una bella joven: Carne con símbolos. Esto produjo una general carcajada. Por algo producía
hilaridad.
Me vuelvo a acordar de eso al leer el
comentario de Foucault hablando que lo que preocupaba a las personas de la
Grecia clásica, no era la noción de desviación sexual sino la de exceso, que
ellos llamaban “la hybris”.
En su ética sexual la diferencia no estaba en
preferir a los hombres o a las mujeres ni en hacer el amor de una u otra forma,
sino en ser esclavo de los propios deseos o por el contrario, maestro de ellos.
Criticaban el exceso como una forma de esclavitud, de falta del magisterio de
sí mismo.
Este exceso es lo que hoy llamamos adicción
al sexo.
Consideramos las adicciones en términos
generales como una deficiencia del orden simbólico.
Como adictos al sexo los alumnos y el profesor
se rieron al unísono, ya que no estaban acostumbrados a darle preeminencia al
símbolo sobre el cuerpo. Sin embargo desde el punto de vista de la teoría del
significante, si tenemos sexo es gracias a que la anatomía que nos ha tocado en
suerte ha sido investida de símbolos. Este vestido de símbolos es el lugar
material del deseo sexual y según los griegos no estaría mal tener conciencia
de ello.
No me inclino a dejar por fuera dejarse
llevar pasivamente por los símbolos que nos hacen ser, aunque tampoco por dejar
de lado estar al tanto de que somos eso: Carne con símbolos ya que sin estos
símbolos no seríamos ni siquiera carne, porque no existiríamos.
Foucault agrega el siguiente comentario
relacionado con todo esto:
“Lo que me
sorprende es el hecho de que en nuestra sociedad el arte se haya convertido en
algo que no concierne más que a la materia, no a los individuos ni a la vida;
que el arte sea una especialidad hecha sólo por los expertos, por los artistas.
¿Por qué no podría cada uno hacer de su vida una obra de arte? ¿Por qué esta
lámpara o esta casa puede ser un objeto de arte, pero mi vida no?”
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