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lunes, 9 de noviembre de 2020

PROHIBICIÓN DE LOS ABRAZOS.

LO BUENO SE HA VUELTO MALO.  



Me refiero a la situación anti natural en que la expresión de afecto, propia del abrazo, que durante varias generaciones culturales ha sido ejercida, haya sido prohibida por las razones conocidas.

La píldora.

Datos históricos de los últimos 50 años.

 

A partir de que las chicas empiezan a tomar la píldora anti conceptiva, se produce la liberación sexual.

 

Por primera vez en la historia de la humanidad, las mujeres podían tener relaciones sexuales sin correr el riesgo de quedar embarazadas.

 

Me acuerdo bien de estos tiempos de mis veinte y pocos años, durante los estudios de medicina en la Universidad de Buenos Aires.

Me acuerdo de mi compañera Liliana, novia de otro compañero, que estaba utilizando la píldora. Se mostraba de lo más contenta.

 

Un día contó en el grupito de estudiantes, que un compañero le había hecho una chanza maliciosa, diciéndole que el niño iba a nacer con una pastilla anticonceptiva en la mano. 

Hasta hoy he guardado este recuerdo. Creo que tiene que ver con que marca ese tiempo que nos tocaba vivir; con alborozo, dándole la bienvenida a una buena nueva, y al mismo tiempo, como ocurre en todos los tiempos nuevos, con algo de inquietud.

Donde no todo se remitía a las relaciones corporales, sino a los tiempos culturales, de los cuales la frase simbólica era:

HAGA EL AMOR, Y NO LA GUERRA. MAKE LOVE NOT WAR.

El tiempo del hipismo, de los Beatles, de los alucinógenos del que recuerdo cuando le pregunté a un estadounidense que había vivido en San Francisco en su juventud, cómo habían sido los años sesenta y me respondió que habían estado entre los cincuenta y los setenta.

¿Qué me quieres decir? le pregunté. Y me dijo que había sido una locura.

El recuerdo que cuento, de la entrañable joven, es una buena ventanita de los tiempos de nuestra juventud porteña.

 Y ahora nos prohíben los abrazos.

 

No lo digo con intención de crítica; parece que el confinamiento y la distancia social son necesarios e inevitables.

 

Pero eso no hace que esté demás el análisis de una situación de la realidad que nos toca vivir, donde una situación externa limita nuestro diario vivir.

 

¿Qué va a pasar cuando esto se acabe y seamos seres que otra vez podamos abrazarnos?

 

Es una pregunta que parece tonta, pero se impone después de meses de confinamiento pandémico.

 

El lector me podrá decir, con razón, que no hay que mezclar las cosas. Que algo no se vuelve malo cuando es bueno, por el hecho de que no haya podido hacerse por una situación exterior.

 

Desde el juicio de la realidad esto es así, y conviene tenerlo en cuenta para guiar nuestra conducta.

 

El problema es que hay personas que se confunden. Que les ataca el pánico y se hunden en la confusión; que les pasa como a los traumatizados de guerra. Cuando se vuelve a la situación de levantamiento de las cuarentenas, se sienten temerosos de lo bueno.

¡A abrazarse amigos!

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